En este artículo vamos a tratar de responder a una serie de dudas y cuestiones que giran en torno a una situación muy concreta que puede aparecer en nuestras consultas de terapia: los pacientes que mienten. Así pues, ¿por qué los pacientes mienten en consulta? ¿cómo influye en la relación terapeuta-paciente? ¿qué puedo hacer si mi paciente miente? ¿puede un terapeuta mentir a su paciente por su propio bien? ¿cómo manejo la situación? Estas y otras preguntas serán respondidas a lo largo de este artículo, enfocadas, al paciente en general, más que al paciente que sufre mitomanía.

Última Actualización: 12 de Julio de 2018
Este artículo está escrito por el Psicólogo, Jon Asensi.
Entendemos como mentira aquella declaración voluntaria de algo que sabemos o creemos que es falso en su totalidad o parcialmente, siempre con la intención de que quienes están escuchando crean aquello que dice.
Mentir es un acto que ha acompañado al ser humano durante su evolución y ha llegado hasta nuestros días, formando parte también de nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Ésto, sin embargo, nos hace pensar que la mentira tiene alguna utilidad beneficiosa. Si nos fijamos en las cosas que nos rodean, todas tienen su función, así pues ¿cuál es la de la mentira?
¿Por qué mentimos?
Nuestra motivación para realizar una conducta siempre es la misma: alejarnos del dolor y/o acercarnos al placer. La mentira puede responder a ambas motivaciones, ya que siempre va a ir enfocada bien a proyectar y proteger una imagen deseable de nosotros mismos hacia los demás y hacia uno mismo o bien a proteger nuestros intereses. En perfiles muy concretos podemos encontrar el acto de mentir como algo compulsivo, pero en esos casos la mentira tendrá una función distinta y estará enmarcada dentro de una patología concreta.
En cuanto a lo que nos compete dentro del ámbito de la psicología, la mentira y su afrontamiento en terapia son fundamentales, ya que el encubrimiento, la exageración, el filtrado y el falseo de la información suministrada o la negación de problemas son fenómenos que tienen como consecuencia el impedir realizar una correcta evaluación y un posterior planteamiento de tratamiento.
Pacientes que mienten en consulta: ¿Por qué?
Cuando los pacientes mienten en terapia, en la mayoría de ocasiones lo que habrá detrás será un “tengo miedo a ser juzgado, por lo tanto miento para protegerme”. Esta mentira se puede dar en cualquier momento de la terapia, tanto al inicio, como durante el tratamiento o al final.
Las cosas sobre las que miente pueden ser diferentes en función del momento, por ejemplo, las mentiras durante la entrevista pueden estar relacionadas con dar una imagen más positiva de uno mismo y de lo que ha hecho o sentido (“Aquello no me afectó tanto”, “reaccioné de X manera, que es ejemplar”), mientras que las mentiras durante el tratamiento pueden estar más orientadas hacia la efectividad de la terapia, como mentir sobre si han practicado a lo largo de la semana o sobre su nivel de activación durante una sesión de exposición.
Nos vamos a encontrar con que hay aspectos de la personalidad del paciente que miente en consulta que se corresponden con esta misma tendencia, por ejemplo, se ha visto que aquellas personas que muestran una imagen positiva de sí mismas, no intentan exagerar sus problemas psicológicos, mientras que aquellas que tienen una autoimagen negativa tienen tendencia a exagerar sus rasgos patológicos.
También nos podemos encontrar con que la relación terapeuta-paciente no está tan consolidada como para transmitir la confianza suficiente para que el paciente cuente cosas que sean muy privadas. En esos casos habrá que trabajar la confianza poco a poco.
¿Cómo evitar que un paciente mienta en consulta?
La principal herramienta que tenemos para afrontar la mentira en terapia es la misma que emplearemos para ganarnos la confianza de cualquier otra persona que acuda a vernos: La relación terapeuta-paciente.
Una buena relación entre terapeuta y paciente es el comienzo de la propia terapia, ya que conseguir que se abra y cuente sus problemas es en sí, terapéutico. Ahora bien, ¿cómo podemos construir de manera óptima ésta relación? Tenemos una serie de aspectos básicos que no podemos descuidar:
- Expresar nuestra preocupación por su problema de una forma auténtica, preocupándonos por causas y consecuencias que éste pueda tener.
- Aplicar nuestras habilidades de escucha activa.
- Hacerle consciente de que en la terapia no hay lugar para los juicios de valor hacia las personas. “No estamos aquí para juzgar a las personas”.
Todos éstos son aspectos que nos ayudarán a que nuestros pacientes nos mientan menos, pero si aún así la mentira ha aparecido en terapia los métodos a los que recurriremos incluirán, además, otros tales como:
- Expresar la inconveniencia de la mentira dentro de la terapia: “comprendo que te resulte difícil confiar en alguien que acabas de conocer, pero nuestro objetivo es encontrar tu bienestar y no lo podemos hallar si ocultas cosas o no cuentas toda la verdad”.
- Modelamiento por parte del terapeuta o de personas de referencia. Con el objetivo de que aprenda que las consecuencias de decir la verdad no son tan terribles que no se puedan manejar.
- Entrenamiento en autoestima para que no exista la necesidad de mentir para protegerse.
- Importancia de reconocer que se ha mentido como prueba de que decir la verdad no es algo tan terrible y que los demás no nos van a juzgar o castigar.
¿Qué hago si mi paciente me miente?
La confrontación en terapia es uno de los temas más controvertidos en el ámbito de las técnicas terapéuticas, sobre todo con los pacientes que mienten durante la terapia. Si bien no es práctico promover actitudes de confrontación y hostilidad en la terapia, nos vamos a encontrar con momentos en los que tendremos que decir “Te he pillado en una mentira”, y pueden ser momentos en los que, como personas que somos, nos enfademos o nos frustremos.
En esos momentos, deberemos conducir esa posible ira en efectividad terapéutica:
“Me he dado cuenta de que durante ésta terapia me has mentido. Te voy a decir la verdad, no me ha gustado, y espero que no se repita porque eso no nos ayuda ni a ti ni a la terapia. Por otro lado creo que también puede ayudarnos a conocer mejor cómo es el problema que tienes”.
Por lo tanto, hemos de huir del término “confrontación”, ya que conlleva un significado hasta cierto punto hostil, siendo más recomendable emplear términos como “evidenciar mentiras” o “poner de manifiesto”. Ahora bien, ¿cuando es el momento apropiado para evidenciar éstas mentiras? Aunque parezca muy simple, el momento apropiado es el momento en el que nos damos cuenta de que nos han mentido, es decir, cuando:
- La información que nos da se contradiga con otra que ya tenemos
- No tenga sentido su discurso
En ocasiones puede ocurrir que si descubrimos al paciente que miente, esto dé lugar al enfado por su parte. Aquí hemos de hacerle patente que no estamos juzgando a nadie, y aunque su enfado puede ser comprensible (puede sentirse avergonzado o indignada) hemos de hacer evidente que ésto lo hacemos por su bien y por el de la terapia, ya que buscamos la máxima eficiencia y con mentiras no se logra.
¿Los psicólogos mienten?
Es importante destacar que una de las características que ha de tener un buen psicólogo o psicóloga es la honestidad, entendida en el sentido de ser una persona razonable y justa, que siempre va a buscar el beneficio para el cliente y la terapia (razonable) y cuyas reacciones van a ser siempre proporcionadas (justas).
¿Por qué es importante definir ésto? Pues porque en este punto nos toca plantearnos la gran contradicción en la que vamos a entrar en terapia y hemos de saber que un buen terapeuta entiende que ser honesto implica, en ocasiones, mentir.
¿Podemos como terapeutas mentir? En terapia vamos a tener que velar por el éxito terapéutico y el bienestar del cliente por encima de todo, con lo que, si mentir nos ayuda a conseguir algo positivo para alguno de esos dos aspectos o ambos, sin duda tendremos que mentir. Aunque esto último es debatible y dependerá del contexto.
Nunca se tratará de mentiras sobre aspectos fundamentales de la terapia o sobre nuestro trabajo, si no de mentiras sobre aspectos de poca importancia que puedan afectar a la confianza que depositan sobre nosotros: la edad que tenemos, la cantidad de veces que hayamos aplicado una técnica (nunca mentiremos sobre su eficacia), la cantidad de clientes que hayamos tenido, etc.
¿Tienes alguna duda o sugerencia o hay alguna cosa que no haya incluido en este artículo y no entiendes cómo se me ha podido olvidar? Déjame un comentario en este mismo post y te prometo que te responderé cuanto antes.
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